Con la llegada del mes de junio, empieza a hacer calor, y apetece más disfrutar del sol, la playa o la piscina. Pero, ¡ATENCIÓN! Debe hacerse siempre con mucha precaución para evitar posibles problemas dermatológicos como la erupción polimorfa lumínica, conocida comúnmente como alergia al sol.
La alergia al sol es una reacción de la piel ante una exposición prolongada e intensa a los rayos sol. Aunque no es una reacción alérgica como tal, sí que los síntomas se asemejan mucho: dolor, picor y enrojecimiento de la piel, y de ahí su nombre.
En la mayoría de los casos se trata de una alergia al sol leve, que se manifiesta poco tiempo después de la exposición al sol en forma de pequeñas urticarias, pero que en los casos más graves pueden derivar en pequeñas úlceras.
En las zonas que suelen aparecer de forma más frecuente son en el cuello, el escote y los brazos, en realidad, las zonas de nuestro cuerpo que con la llegada del calor, están más expuestas al sol. Si crees que la padeces lo más recomendable es que acudas a tu médico de cabecera para que te haga el diagnóstico más adecuado.
Cómo prevenir la alergia al sol
La prevención es la mejor solución para evitar la alergia al sol. Evita la exposición solar durante mucho tiempo y protégete la piel con un buen protector solar. Siempre puedes consultar a tu médico o farmacéutico qué tipo de protector es el que mejor se adapta a tu tipo de piel, eso sí, ten en cuenta que en todos los casos debe tener un factor de protección alto.
Además, si tu piel es extremadamente sensible al sol, los dermatólogos recomiendan que la acostumbres poco a poco a la exposición solar, pues es prácticamente imposible con nuestro clima no estar en cierta medida expuesta a los rayos del sol, y de este modo evitarás la posible aparición de una alergia solar.